lunes, 10 de marzo de 2008

PROBLEMÁTICA A NIVEL NACIONAL

Las colombianas parecen ser blanco fácil de las redes internacionales de trata de blancas, porque los traficantes se aprovechan de su difícil situación económica para engañarlas.
Según la investigación de El Mundo "se estima que en España habría hoy unas 8.000 prostitutas, de las que algo más de la mitad serían pereiranas".


Las historias de un creciente número de mujeres en América Latina no son tan diferentes de los primeros párrafos de las fotonovelas que muchas leen: "Lo conocí en el gimnasio... Todo parecía tan emocionante..." Pero el fin puede ser otro: lágrimas, confesiones y, a menudo, una demanda judicial. Todo es parte de una cadena en el tráfico sexual que atrapa cada vez más a muchas mujeres latinas. Es un fenómeno creciente determinado por las leyes de la oferta y la demanda, en el cual mujeres dominicanas, colombianas, brasileñas y uruguayas ocupan los primeros lugares en las estadísticas que ocultan dolorosos dilemas sociales y personales. El tráfico de mujeres latinoamericanas y caribeñas ha sufrido un "incremento explosivo", de acuerdo con la Comisión Europea. En Europa, el tráfico sexual involucra a 200,000 a 500,000 mujeres procedentes a América Latina, África, Asia y Europa Oriental, señala un estudio conducido en junio de 1996 y citado por la Comisionada Europea para Justicia e Inmigración, Anita Gradin. Sólo en Holanda, cada año hay entre 2,000 y 3,000 víctimas más, y muchas de estas mujeres aseguran que fueron obligadas a ejercer la prostitución por engaño o coerción.El tráfico de mujeres en Europa representa alrededor de 7 mil millones de dólares por año, según estimaciones de la Organización Internacional para la Migración (OIM). En Colombia, el fenómeno del tráfico de drogas está estrechamente relacionado con el incremento en la prostitución femenina. El anzuelo consiste en "llevar un paquete", con una recompensa monetaria - supuestamente - de millones, altos riesgos pero dinero "fácil" y, sobretodo, rápido."Lo conocí en el gimnasio. Ambos hacíamos la misma rutina de ejercicios antes de ir a clases en la universidad. Todo era tan emocionante. Él parecía genuino y me ofreció la oportunidad de ir a España para encontrarme con un ex novio", dijo Mariana, una joven mujer de Bogotá, quien pudo evitar caer en la trampa de la prostitución forzada. El plan consistía en que Mariana le dijera a su familia que había ganado un boleto aéreo en una rifa. Todo lo que debía hacer era "llevar algunos documentos, lo cual, en todo caso, sonaba como una aventura"."Se lo conté a una amiga pues simplemente no podía ocultarlo, y fue ella quien me salvó", dijo Mariana. El día antes de que se realizara el viaje, la amiga alertó a la madre de Mariana, quien buscó ayuda con el fiscal del distrito. Las autoridades lanzaron una operación que condujo al descubrimiento de una red de "trata de blancas" en Europa. El destino de Mariana pudo haber sido como el de Patricia, otra colombiana de 28 años que ha estado ejerciendo la prostitución en Holanda. Patricia relató algunas historias de su dura vida a las autoras del libro «No pensé que esto podría ocurrirme a mí» («I Didn't Think This Could Happen to Me»). "Ya he vivido demasiado, lo he visto todo. Básicamente tuve dos posibilidades, las únicas que tienen las mujeres colombianas: involucrarme en el tráfico de drogas o convertirme en prostituta. Opté por lo segundo, y aquí estoy, toda jodida", dijo Patricia. El libro, escrito por Fanny Polania y Marie-Louise Janssen, es producto de un minucioso proyecto de investigación sobre el comercio sexual entre América Latina y Europa, con énfasis en la conexión entre Colombia y Holanda. Rico en testimonios y fotografías que presentan una amplia visión del problema, el libro --editado por la Fundación Esperanza-- aborda el asunto desde la perspectiva de las víctimas y los profesionales, personas de negocios, autoridades y defensoras/es de los derechos humanos.
S. Visser, de la Fundación A. de Graf, aboga en el libro por la despenalización de la prostitución y su incorporación en la legislación laboral. También exhorta a "considerarla como otra rama de la industria sexual". "En cualquier caso, existe un mercado para las mujeres extranjeras en la prostitución. No hay suficientes mujeres en Holanda y en el resto de Europa que estén dispuestas a cubrir la demanda", dijo Visser.
Luego está la historia de Margot Alvarez, una de las mujeres entrevistadas por Polania y Janssen. Alvarez ejerció la prostitución por 11 años, después de los cuales se retiró y empezó a trabajar para una organización que defiende los derechos de las trabajadoras sexuales en Holanda. Alvarez habló sobre la condición de clandestinidad de la mayoría de las prostitutas. "Si mi padre se entera, tendrá un infarto. Aun las mujeres que dejaron la prostitución hace más de 20 años todavía luchan con el problema: vivir con su secreto", dijo.
María Torres, de España, es una trabajadora social que trabaja con el Proyecto de Prostitución en el Centro de Salud de la municipalidad de La Haya, donde se ofrece apoyo a mujeres hispanas. Ella dice que las actitudes hacia las prostitutas que llegan a buscar ayuda deberían ser positivas. "No creo que ellas debieran ser vistas sólo como víctimas. Las mujeres que vienen aquí son muy fuertes. Se han atrevido a empacar sus maletas, así nomás, y a dejar sus países. Estas mujeres no deberían ser tratadas como pobrecitas indefensas", dijo.
Lin Lap-Chew, de Singapur, trabaja como promotora para la Alianza Global contra el Tráfico de Mujeres. Señala las particularidades culturales de los grupos de mujeres que ejercen la prostitución en Europa. En su opinión, no se trata de un problema Norte-Sur (la oferta de materia prima del Sur hacia el Norte), sino, más bien, de un problema de ricos y pobres en cada región de origen. El trabajo preventivo es importante en los países de origen de las mujeres, dice Lin, co-autora de un informe de 1997 de las Naciones Unidas sobre el tema. En este sentido, dice que la creciente promoción del turismo sexual es un punto de entrada al tráfico de mujeres. Lin dijo que la publicidad para el turismo sexual empezó en 1982 y, según un estudio en el que ella participó, en los países de origen de las mujeres el crecimiento de la prostitución es tan elevado que las agencias de viajes ni siquiera tuvieron que promover la venta de boletos aéreos.El turismo sexual fue, precisamente, el tema de una conferencia que se realizó este año en Kingston, Jamaica, cuyos organizadores fueron el Instituto Latinoamericano para Servicios Alternativos Legales (ILSA), el Centro de Investigación para la Acción Femenina y el Departamento de Estudios de la Mujer de la Universidad de Colorado. Uno de los objetivos de la conferencia, que fue parte de un proyecto denominado "Turismo y Trabajo Sexual en el Caribe", consistió en sistematizar información sobre la base de ocho estudios de casos: Jamaica, Guyana, Belice, Barbados, Colombia, Curazao, la República Dominicana y Surinam. Entre los muchos puntos en común que emanaron de la comparación de los estudios de casos, Cyndi Mellon, del equipo del ILSA, destacó la falta de oportunidades económicas y laborales, así como la necesidad de emigrar a fin de conseguir empleo. También identificó la falta de protección, el abuso de las autoridades en los países anfitriones, los problemas de salud y el riesgo de adquirir el VIH/SIDA. Otras causas incluyen las condiciones de explotación e inseguridad laboral, la discriminación y la falta de oportunidades de una plena participación en la sociedad civil.
La publicación de la Fundación Esperanza --que también patrocinó varios talleres regionales este año en Colombia para analizar el tema del tráfico y la prostitución de mujeres-- y la investigación presentada en la conferencia en Kingston, así como informes especiales de prensa, revelan que el problema ha adquirido enormes dimensiones.A veces, los anuncios con que las redes internacionales de traficantes enganchan a mujeres ingenuas o ambiciosas son muy atractivos para quienes desean superarse rápidamente, sin mayor esfuerzo. Algunos anuncios son sutiles e indirectos, como el que apareció en el diario El País, en Cali, de un centro de reclutamiento para emigrantes: "¿Desea viajar a cualquier país? Ofrecemos asesoría sobre contratos en Estocolmo, con alojamiento y alimentación". Otros son directos y nada ambiguos: "Se requiere personal femenino para acompañar a extranjeros; elevado ingreso". La terminología varía según el país, pero las consecuencias no son muy diferentes. A menudo, las fantasías no duran más que el tiempo de vuelo de Bogotá a Frankfurt, o de Santo Domingo a Madrid.El retorno es incierto y a menudo improbable. Algunas mujeres intentan recuperar su lugar en sus familias, pero las frases de aliento que éstas mismas les dan acerca de sus éxitos en Europa, así como el dinero que han enviado --lo cual parece confirmarlos-- las mantiene atrapadas en la mentira. Quizás todo el mundo prefiere mirar a otro lado.

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